Por el Ancasti era mi paseo, nido de águilas lo bautizaron mis ancestros, cerro de noches de luna blanca y soles amigos. Cerro de la cuesta del portezuelo, donde mirando abajo parece un sueño. Cerro cargado de historias yde tiempo. Olas majestuosas que son cerros en un mar cargado de soledades…
Hasta la cima era mi destino, quería conocer alguna nube y hacerme amigo, travesear con ella, convencerla para que se haga lluvia,regando el alma de mis hermanos Catamarcanos.
Si lo lograba, los locros serían un buen consuelo para el hambre cansadode tanta espera.
Me sudaba la frente, el Inti se había hecho presente, mis piernas estaban pesadas, pero mis ganas estaban intactas en esa soledad, donde se siente como la esencia engorda y donde solo se escucha el silencio
Un descanso merecido luego de tanta trepada entre cardones y águilas,a la sombra de un curupay, padre del cebil, que adormecía a mis antepasados luego de macharlos de vez en cuando.
Unas tortillitas y quesillo de cabra darían fuerzaa esta trepada, ya las nubes tocaba con mi aliento.
Chupaybautice al águila que me vigilaba desde la cumbre del cerro. Un desafío de perseverancia en las miradas. Un juego siniestro para dos almas en esos despoblados, acostumbradas a que nadie invadiera su espacio místico, olvidado como arribo.
Chupay lentamente levantó vuelo, acercándose al cielo enritmo mágico. Escuchaba su música, era una danza de nubes, sol, águila y cielo celeste.
Mis sentidos estaban extasiados, era un lienzo en movimiento, los violines con su fuerza tapaban al viento, .mis ojos en silencio grababan cada color, cada movimiento, mi paladar degustaba ese momento. Ay …que bonito era estar tan cerca de la cima del cerro
Desperté de ese largo sueño, arropado por el curupaymi cuerpo sentía descanso, como si hubiese conocido el verdadero cielo.