lunes, 24 de agosto de 2009

VIENTO HURACANADO



Ya había amanecido en la quebrada, pero el sol fulguroso todavía no asomaba, el cerro lo frenaba, el cerro…siempre el cerro.
Anselmo, madrugador por noctámbulo, ya tenia su vieja osamenta sentada sobre su tan antigua banqueta. Quizás la misma antigüedad. 90 años.
Esa brisa que no es viento, traía los aromas de azares e inundaba el rancho de placer. El tomillo, ya se lo sentía, quizás se resguardaría dentro de alguna empanada norteña. Cerca del mediodía el horno de barro calentaría el lomo de esa masa, y ese inconfundible sabor, diría presente.
El patio cubierto con el parral, por si el sol se animaba a pegar fuerte, ya tenía su sombra, Anselmo por ahí abajo, ya descansaba, de un cansancio que no tenía.
El chalchalero amigo, con su trinar melodioso, anunciaba el ultimo día de la semana, era el día que con mas fuerza, le rezaban a la virgen morenita. La morena le decían, en confianza.
Los ojos finitos y punzantes de Anselmo, paseaban por la quebrada, ya tenía toda controlado. El ya sabía todo lo que pasaba y lo que no pasaba.
Muchas lunas vividas bajo el mismo techo, todo ya era suyo, con su mirada veía cada rincón de cada uno de los cerros que lo rodeaban. Día tras día, años tras año, nada cambiaba. Y a él, eso le gustaba.
El también se sentía un cerro. Por su silencio y por su paz humana.
Anselmo era de contextura baja, piel oscura y muy arrugada, sus manos son un calendario de los tiempos vividos y también soñados. Muchos surcos de pimientos han pasado por sus manos, su espalda se doblaba en cada una de esas zanjas que con tanto cariño y amor regaba. Agüita fresca y muy clara, que bajaba por esa serpiente que se hace río.
El agua para él, era vida, la misma vida que le había dado su máma. La misma vida que le daba su pachamama.
Ya sus hijos, no estaban…se los había llevado el viento, ese viento huracanado que un día había llegado, ese viento que tenia olor a pólvora y a camiones, grandes explosiones se escuchaban, pero que no se preocupara le decían, eso era el desarrollo que ya llegaba.
Los tiempos cambian, pensaba, con sus ojitos llenos de lágrimas apagadas, recordaba su infancia. También castigada. Como las de sus abuelos…aquellos que le contaban historias de sus otros abuelos, que también tuvieron su viento huracanado, que los Incas con sus espadas y flechas los habían dominado, y después los de la pólvora, los conquistadores les llamaban, pero esos nos mataban, indios nos decían.
Que ignorantes, Anselmo pensaba. No sabían nada de la vida, no sabían mirar un cerro, no escuchaban un zorzal, nos quemaron los algarrobales…se llevaron nuestro oro… el oro del Dios Sol.
Todo vuelve como antes, la Alumbrera, Agua rica, dicen que se llaman…
Mas conquistadores…hasta cuando virgen morenita?
Una bronca contenida de siglos, tenía Anselmo sobre sus espaldas, pero ya no tiene fuerzas para pelear, ya se ha entregado al desarrollo, el desarrollo que se lleva el oro, se lleva sus hijos, y para más mejor también ahora, el agua ya no sirve ni pa tomar ni pa regar. Dicen que esta contaminada.
Ya se ve movimientos en los caseríos, el sol le ganó al cerro, calienta los caminos polvorientos; ya ha amanecido en Belén y Andalgalá; es domingo, el silencio es mas profundo… es mas silencio.
Anselmo sigue sentado bajo el parral, mirando , observando, coqueando, pensando… a él no se lo va a llevar, el viento huracanado.


10 comentarios:

  1. Patética imagen del hombre de campo aledaño a las zonas mineras explotadas, observando triste, melancólica e impotentemente como se llevan el fruto que la naturaleza les tenía reservado, a cambio de miguitas
    La ambición de algunos mata al hombre local
    Un inmenso saludo al hijo adoptivo de esta tierra, que por su sensibilidad y conocimiento de las cosas nuestras, sabe mirar la profundidad del sentimiento local

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  2. Hermoso relato el tuyo, me has hecho sentirme como expectadora de un paisaje a traves de los ojos que siempre lo vieron. Besos

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  3. Aqui comprendi que una puede estar en un lugar que nunca a visitado, solo con leerte, no es sencillo describirlo con tanta presición, sin embargo lo has echo , exelente entrada goyo..Deseo para ti una muy buena semana besos desde mi rincon...

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  4. Conmovedora transitoria que no es pura ficción, por supuesto. Los Anselmos de nuestra tierra siguen sufriendo aunque el huracán amaine un poco en apariencia.


    un abrazo.

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  5. El huracan arrecia, Goyo, y no es futbol, aunque nos traten como pelota y desinflada para peor!

    Besos!

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  6. Asi no más fue, y es.
    Nadie le pregunta al hombre que vive en esa tierra, y siemp´re los conquistadores siguen destruyendo todo. Que pena, no se cual es el límite....

    Un beso

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  7. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  8. Aún quedan lugares como el de Anselmo, pero ¿hasta cuándo? Deberíamos cuidar más la Pachamama como él...

    Te invito a que me leas en: http://loscuentosdemarisol.blogspot.com

    Recibe un cordial saludo berlinés.

    Anteriormente había borrado mi entrada por tener muchas fallas de tipeo.

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  9. Hola Goyo, una buena reflexión sobre los conquistadores y los conquistados, el afán de dominación y el deseo de libertad.
    Te felicito, un beso, amigo

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